Reflejo búsqueda, sueños al acecho.
Proclamo un pequeño despecho.
Divago en prosas.
Todo ya me ha alejado de la realidad,
solo por buscar la razón de una existencia.
Recorro los rincones de mi alma en busca de un vestigio
que perdí en medio de una revolución en mi cabeza,
y envuelta en tristeza fue confinada a lo profundo.
Se alborotan mis neuronas en búsqueda de una escusa
para justificar tan despiadada condena.
Llueve mi alma, se hacen fríos los caminos,
transito por inviernos que evidenciaron el resentimiento .
Ellos me describen paso a paso la angustia
De una retazo que fue despojado de su morada
Y fue condenado a los confines del alma.
He aquí que me aproximo a la memoria,
mi alma advierte que en ella se esconden mis secretos,
y en ella se esconde lo que no quiero percibir.
Muchas son las guaridas que transito,
muchas son las miradas sombrías de vestigios que han sido escondidos.
Se enceguece mi alma y pierde la calma,
se siente rodeada por fragmentos olvidados,
que la acechan desde lo profundo.
Temerosa se resguarda en una fútil realidad;
yo la combato en enigmática nueva batalla.
Aliada es mi memoria, empañada en culpa,
de tal cruel búsqueda para liberar un vestigio,
que explique una razón de tal condena,
y la libere del nefasto pecado
que la ha vigilado desde el pasado.
Tardan en ceder las cadenas que aprisionan,
de difícil búsqueda y amarga mirada,
pero he allí una condena, el vestigio de una pena.
Rompo la condena, y en vuelo libre la libero,
y parte por mi mejilla encarnando una lagrima.
Exploro ya mi ser sin cobardía,
censurando pequeños resentimientos,
merodeando por prosas.
Todo para liberar mi alma de las penas
que en lo profundo sufren condena.